martes, 24 de enero de 2012

Eludir

Eliminando el factor decisión, porque el alma es profunda y engaña su densidad. Al finalizar todo atisbo de vida nos damos cuenta que la muerte es un bufón que ríe travieso. Que opera con traviesa morbosidad lanzando trozos de piel resquebrajada dejando a la vista huesos propios de su calavera. A medias piel humana, a medias exhibiéndose como La Parca. Totalmente consciente de su deidad mortuoria. Envenenando la sangre viva para que el motor deje de rugir y esperar. Ya se dejó vencer, sabe que los dados se han lanzado y perdió. ¿Para qué luchar? ¿Para qué sufrir? ¿Para qué llorar? Y la muerte traicionera exhibe sus acrobacias, completa sus volteretas, ríe alrededor sin cesar. Nadie vence a la muerte, ha pasado de moda la inmortalidad.

Mediocridad

Bendigo a la mediocridad porque es mi único motivante real.

Sin Ideas

Esos gestos superfluos y esas muecas ensayadas que se atraen, erigiéndose como complementos cuando la mal llamada profundidad nos absorbe, gestando el ensimismamiento. Aquellas abstracciones donde aislamos los elementos para evaluar las capacidades de concentración, reflexión y separación de lo general a lo particular. Los detalles divorciados de la visión holística, muchas veces miope y restringida. Maravillada con el todo. Aquel producto importado desde mentes gobernadas por parásitos que despedazan las capas de asociaciones mal compuestas, logrando desprenderse lentamente de forma completa.

Apoyando la cabeza sobre la almohada, escuchando los ruidos de la construcción cercana (demasiado cercana)e intentando darle un respiro a las ideas, me percato precisamente de eso: las ideas, su ausencia, ergo la ausencia de ideas.

La ausencia de ideas se ha convertido en mi amante, una que obliga a quedarme atrapada entre las sábanas por el fuerte poder que tiene sobre mí. Me manipula como quiere, como se le viene en gana. Me derrota en cada batalla diaria cuando despierto con deseos de crear y ella, seductora, me obliga a yacer bajo sus fauces hipnotizándome con sus ojos poderosos y su inutilidad voluptuosa. Su sensualidad me gobierna penosamente porque no soy capaz de negarle la mirada, buscando desesperadamente su aprobación. Busco morir bajo el alero del anonimato colectivo. Ese muro de concreto que camina día a día con prisa y no tiene un maldito día de descanso. Mareada entre tantos estímulos vuelvo rápidamente al encierro de 4 paredes donde la sofocante doncella me maltrata con firmeza y sin compasión.

lunes, 9 de enero de 2012

El Momento de Rabia Ajeno

La ira y los impulsos humanos desbordados que se traducen en ataques con voz molesta y fuego en los ojos. Como si te fueran desprendiendo la piel capa por capa, porque no es suficiente gritonearte. Tienen que dolerte todas las frustraciones que ellos cargan, aunque no sea justo. Porque... a quién engañamos? la justicia es violentamente inalcanzable. Se necesitaría que todos supiéramos escuchar, cuando por defecto vamos por la vida con los oídos tapados, los ojos vendados y las terminales sensoriales atrofiadas.

Se necesitaría que nos desprendiéramos de nuestros egos. Y honestamente, a quién engañamos? es demasiado cómodo nuestro pedestal auto erigido. De lo contrario, por qué todo lo olvidamos? Por qué necesitamos repetir y repetir mil veces lo que para nosotros es importante y nos siguen preguntando mil veces? Después de un minuto, después de 5 minutos, después de una hora. La memoria es frágil, pero la voluntad es aún más delicada. No es suficiente con fingir que importa, porque al parecer el fingir quita más energía que intentar conciliar el metro cuadrado del otro con el de nosotros mismos. Tienes que fingir interés, tienes que fingir las expresiones del rostro y asentir para quedar automáticamente del mismo lado que el interlocutor.

Cada uno escuchando sus propias verdades y escupiendo sus propios defectos. Sin integración, sin interacción, sin un aumento del conocimiento del otro. Y vivimos aislados, exponiendo nuestros placeres al espejo. Para el autodeleite y seguir mintiéndonos. NUNCA se es lo suficientemente bueno (...but not good enough!).