domingo, 24 de octubre de 2010

Foco

Los tiempos parecen dar vueltas
a la esquina, a la inversa, a la directa. Alas.

Vuelan a jirones mis planteamientos, mis metas
la sangre de arrebol musicalizada en la adolescencia,
los escritos de la niñez, los amigos de toda una vida.

Los anhelos de conquistar conocimientos esquivos, dinámicos
cambiantes a cada instante, cambiantes a lo lejos
como esa nubada fría que me sorprendía por instantes
caprichosa lluvia, velos de nube, cumbres de sol entre las aguas.

Una vida entre caretas.
La niña-mujer caprichosamente grosera
escondida bajo un delantal blanco eficiente y respetuoso.

La niña-mujer soñadora e incompleta
escondida bajo el alero de una mente inquieta y revoltosa.

Las mitades dicotómicas, duales y complementarias. Lo sentenciado y la esperanza.

Las estrellas brillantes que sólo alumbran en la muerte lejana. Lo infinito de las distancias.

Los tercios tripartidos, triskelizados. La razón, las emociones, lo instintivo.

¿Por qué anhelo esos desvíos? ¿Por qué se funden en mis sueños coloridos?

Demasiadas aristas y estrategias, demasiadas conexiones e insurgencias.
Basta de divagar, basta de inventar. No puedo deshacerme de mi único vicio... el soñar.

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