Suena el reloj
anticipándose a los hechos no venideros
agendados para transitar a media máquina.
Esos malditos pasos deseados, imposibles
la eterna negación de espacios asediados sin conquistar.
La rabia coqueteándole a una indolente desidia
extendiendo sus extremidades etéreas.
Porque desde el fondo de las entrañas
sólo emerge aire sucio y turbulento.
Sin espacio para la creación, para remendar lo disperso
asumiendo que realmente, nunca valdrá la pena unir todos los puntos.
La carga que conllevan los errores, los retrasos, los agravios
y esa voz irresoluta que nunca se atrevió a gritar.
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