sábado, 3 de julio de 2010

Dominatrix

Las cadenas que atan fuertemente las manos por la espalda, volviendo las flexiones y reflexiones hacia atrás, hacia atrás, hacia los mundos ya conquistados, hacia el pasado, hacia lo que no volverá.

El cuero negro ceñido a las formas propias, dibujando siluetas que se contradicen con el asco funesto que sienten los amantes de lo clásico y conservador. Mirando de reojo lo que los excita, incapaces de satisfacer sus ansias de carne fresca.

Las botas ajustadas que terminan en punta y someten con un solo golpe en las estructuras blandas, regocijando con un alarido de dolor. Pisoteando el orgullo, haciendo crujir los huesos, dejando huellas delicadas, finas, eternas.

Arrodillado ante la deidad de la copa, de la que sostiene y a la vez resguarda el fruto fresco que posiblemente se engendrará. Mas, la nueva vida no se crea en ese saco... está hecho de nudos viejos, infertilidad.

Subordinando el juicio de quien sostiene su mandíbula con un bozal, haciéndose dueño de un mundo en el que necesita ser humillado y maltratado teatralmente, sintiendo el dolor físico infringido por el supuesto sexo débil... ¡ja!

Látigos que terminan en púas de hierro, maltratando la carne, hiriendo la piel, desencadenando la fluencia de la sangre cálida y fresca que emana de entre los lugares más visibles, a rojo vivo!!!

¡El mundo de los deseos ocultos! de los fetichismos, los deliciosos fetichismos y el placer concebido en exceso de dolor... de la angustia que hace gritar en éxtasis, embriagados por la sublimación de lo irreal.

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